jueves, agosto 30, 2007

Lluvia y no de llanto

Yo sé,
en vos está también el sol
en tus manos brilla el amanecer
el aire se viste en tu cuerpo
y mi voz se va por vos,
los ecos envuelven el tiempo,
en el aire la soledad se apiada de la luna,
despiertas por volver
las sombras lloran en la ciudad
la lluvia en los cuerpos que caminan libres
librados a la historia,
histeria del despertar frente a un cuerpo suplicando fe,
la imaginación me lleva
y desde allá el alma vibra en mí,
en las flores escarlatas
los labios esbozan figuras
sonrisas inmortales,
muertos de frío, muertos de amor,
brillan por el sol
bailan sobre el mar dispersos
brillan por el sol eterno
bailan sobre el mar despiertos
brillan por el sol interno
bailan en la búsqueda del perfume
y la respiración se repite,
se entremezcla con el aliento
el aire se busca en el llanto
las lágrimas simplemente se van
el aire se confunde y la furia se despierta
las lágrimas simplemente se van
ungidos en ser
florecen lágrimas de fuego.

lunes, agosto 27, 2007

nocheS

este texto no es mío, no.
este texto quiero que lo lean.
este texto tiene mucha magia.
este texto este texto es poesía.

jugar a conjugarse
sé jugar a conjugar
sé jugar a jugar con
con jugarse a jugar
con jugar a jugarse
conjugarse a jugar

¿Cuántas veces sentimos frio en el alma y deseariamos que el fuego nos queme, nos haga ceniza hasta lo más profundo de la esencia?
¿Cuántas veces pasamos lunas llorando, deshaciendonos el cuerpo en lagrimas?
Tantas!
¿Y cuántos de esos momentos pensamos en la necesidad de tener una palabra que nos acaricie, que nos toque el ser, que lo empape de paz, de color, de amistad?
Necesidad de palabra, de verbo, de Verbo Conjugado.
Jugar a conjugarse, a dejarse conjugar, a ser verbo y mil palabras más.
Salirse del juego y conectarse a la realidad y desconectarse al darse cuenta que no sirve.
Volver a jugar, como en la infancia, a que se nos escapen las cosas
y las buscamos, pero ya es diferente, no las encontramos.
Y ya no tenemos las soluciones.
Tenemos palabras, y tenemos ojos que las leen, y voces que nos contestan.
Todas las noches
Todas las palabras
Todos los poemas
Todo el Verbo Compartido...

domingo, agosto 26, 2007

A la espera de la explosión.

Las manos relamen el anhelo de sentirse en el río de la sed,
sus ojos cómplices se tocan se dibujan al amanecer.
Las bocas del árbol de la soledad,
fieles al fantasma desesperado,
hambrientas de probar y ser palabras en el mar del sueño
avanzan y se piensan,
se conocen y se tocan.
Huelen el dolor de sus cuerpos cansados
el calor y los ojos cerrados
sobrevuelan el tiempo y se navegan,
dibujan la historia, irradian color.

jueves, agosto 23, 2007

la fuerza del miedo

y la comprensión y las palabras se asumen como ideas por el dolor, por el sentimiento hecho carne, claro, ahora estoy a la altura de poder preguntárselo, ¿por qué? fácil, dijo la palabra miedo y qué más que el amor como prueba del mismo, bien buena señal, un destello de luz que ensordeció al silencio seco, siempre estuve seco de lluvia, siempre graficándolo con las alturas, siempre, como anhelo y deseo de ser , de sentirse parte del algo desde el vamos, ahora bien, cuando todo está ahí, se disgusta quizás de la tergiversación o bien de las interpretaciones, o simplemente por el exceso de realismo para con la invención en el terreno literario basado, claro está en algo real! una vez más volvemos a los ecos dispares descontextualizados del tiempo, eternamente vivos en la dialéctica de nuestras bocas que se desviven en besos de revolución, sedienta de lágrimas próximas a ser recuerdo en el camino de la libertad, en el terreno de la desesperación, en las bocas de la soledad hambrienta dispuesta a destrozarme tan sólo por el arte de dibujar la brisa del alma y me voy tan pronto como pueda desaparecerme y desprenderme de una vez por todas en lágrimas que desintegren el fuego propio, yo sé que ése fue el momento, cuando mi cuerpo fue mi voz, cuando mis letras fue mi verbo, cuando mi sombra fue un desierto, cuando la noche fue mi cielo, cuando el camino fue el encierro y la liberación, simplemente decírtelo al viento, a la oscuridad del imaginario subterráneo, para quebrarme de una vez por todas, para reventarme, para reventarte así y desafiar la adversidad del respeto como el umbral, irreverentemente irrespetuoso, romántico de corazones con espejos vírgenes como mis ojos de tocar tus sueños, por qué, por qué, ahora que ya nada es la plena entrega de tu nombre, sabés, no creo que puedas... no sé si es cuestión de destronar las lágrimas arrinconadas en el recuerdo, no, las primaveras huelen a vos y las manos perdidas como miradas se buscan y señalan en los ojos las estrellas tatuadas en el aire, la arena que dibuja tus pies rendidos al mar desprovisto del barco ausente, de la soledad, de las estrellas de la compañía, es la furia de una lágrima contenida, el poder que tiene ésta, el miedo, sabés, el miedo de las manos, el miedo del dolor, el miedo del fuego, el miedo del color, el miedo de los labios, el miedo de los cuerpos, el miedo del amor, el miedo a perder la cabeza, el miedo a ser tan extraño, el miedo a hacerte daño, yo no entiendo quizás por ser algo más que una pared, algo más que los círculos concéntricos, ¿Subtextos?, Uf! tengo frío, tengo miedo de las aguas que arden e intentan saciar su sed dispuestas a darlo todo por demostrar cuan profundas son sus bocas, tengo miedo de las puertas, tengo miedo de las lágrimas, tengo miedo de la voz, tengo miedo de las voces, tengo miedo del silencio, tengo miedo de la luz, tengo miedo del silencio, tengo miedo del sol, tengo miedo que en tu boca se dibuje mi nombre con barro y con mi sangre, tengo miedo que las hojas se resequen y crezcan para adentro, tengo miedo de volverme a ver, tengo miedo que las letras digan tu nombre en voz alta, tengo miedo que las manos desfiguren el entramado de la historia y desfiguren los sueños en razonamientos desproporcionados de intencionalidad suprema dispuesta a reventar al sol al punto de reventarlo en un agujero negro. ¿Acaso este juego no es el de la transformación? tengo miedo de las aguas que arden e intentan saciar su sed dispuestas a darlo todo por demostrar cuán profundas son sus bocas, tengo miedo de las puertas, tengo miedo de las lágrimas, tengo miedo de la voz, tengo miedo de las voces, tengo miedo del silencio, tengo miedo de la luz, tengo miedo del silencio, tengo miedo del sol, tengo miedo que en tu boca se dibuje mi nombre con barro y con mi sangre, tengo miedo que las hojas se resequen y crezcan para adentro, tengo miedo de volverme a ver, tengo miedo que las letras digan tu nombre en voz alta, tengo miedo que las manos desfiguren el entramado de la historia y desfiguren los sueños en razonamientos desproporcionados de intencionalidad suprema dispuesta a reventar al sol al punto de reventarlo en un agujero negro.

la brisa del alma

Late el corazón cuando escucho ese nombre.
Sabés...
quizás sea por el tema,
quizás sea por la canción,
quizás sea por la bicicleta,
quizás sea por las flores,
quizás sea porque sé que en su voz está la mía también
quizás sea porque sé que en sus manos están mis besos
quizás sea porque sé que en sus ojos están mis lágrimas internas que dibujaron el tiempo.

martes, agosto 21, 2007

besos de libertad

Somos del agua, lo sé.
Somos agua, del sol.
En palabras y no.
En vientos y no.
Otra vez estamos todos secos.
Una vez más la voz que nada dice
nunca nada
dice nunca
nada nunca
nunca dice nada y sólo censura al silencio.
Sí,
es la necesidad.
El aire no está en tema,
la vulgaridad
el tiempo
la inversión
la finalidad.
Sonrisa sedienta.
Somos agua del sol.
Somos el sol del agua.
Somos la historia del hoy.
Somos el agua del cielo.
Somos la historia del sol.
Somos el agua de la historia.
Somos el cielo en el agua…


…que somete a la víctima a guardar silencio, la fuerza a esto premiándola con sus manos y por qué no con su todo también. Tormenta de risas y lágrimas incómodas, de gestos y voces que susurran al oído dispuestos a perderse en la totalidad del sueño incluso con la idea de poder no despertar nunca más. Somete a la víctima a guardar silencio, la fuerza a esto premiándola con sus manos y porqué no con su todo también, con su tiempo. La fuerza no quiere tampoco decirse a si misma, sí, estoy deshaciéndome, necesito tiempo, no. Hay violencia en esos ojos pesados, cansados, próximos al despertar. La vida como el mito y el deseo que también sostiene el desfile en las aguas abiertas, en el camino lunar, dibuja en mí precuelas de la explosión, diversas formas de cómo llevarlo a cabo. No me importa en qué circunstancia esté el escenario después de todo. En realidad me importa demasiado. La generalidad y la disposición no sólo remiten y someten el jardín externo, no, también a las sombras del cielo interno, a las lluvias cargadas de poder, al sentimiento puro que no puede siquiera cristalizarse para perderse en la metamorfosis. La mejoría no es el segundo. El tiempo por el tiempo en sí, la temperatura. Me cansé de correr por hoy. Quizás sea la búsqueda del cuerpo en una noche sin luna, en una noche sin cielo. La ausencia poética no tendrá lugar por la no presencia física, no, más bien en una tormenta de risas y lágrimas incómodas, de gestos y voces que susurran al oído dispuestos a perderse en la totalidad del sueño incluso con la idea de poder no despertarse nunca más, pienso en mojarme y en mojarte a vos. Pienso en la lluvia otra vez. ¿Cuántas veces habremos concentrado todo en un solo cuerpo? Esa proyección, ese dolor, ese amor, ese ardor, ese odio, esa furia, casi como la vida y la muerte. ¿Cuántas veces más? Vos te acordás lo que fue cerrar los ojos esa tarde… Sólo nos dispusimos a caminar ese día por una causa, por el olor a la causa, por el amor a la causa, pero el dolor estaba en el aire, el terror siempre puede percibirse como el miedo en una mano. ¿Te acordás qué vimos ahí? Dos flores… era el sueño, cómo ahora, caminábamos para adelante, éramos miles. ¿Quién es? Las miradas perdidas eran tantas… cada cual embanderado en su idea y nosotros simplemente por amor, telepatía y diversos modos de conversación. Finalmente estábamos en la avenida, la caminata de miles se convirtió en eso, en un relajo, en un halo de dispersión, en el aire soñado de pétalos descontextualizados en el tiempo. Aires de septiembre. ¿Y ahora? Igual, las cosas siguen así, mutando, doblegándose, delegando las responsabilidades figuradas en el cuerpo de la víctima, en su cuerpo de arena está tallado el tiempo, y por eso las huellas se desdibujan bajo el agua. ¿Y vos me hablás de dormir? Estamos violando al tiempo, como dijeron una vez por el hecho de vivir. Somos agua, somos del agua y me voy por la noche con la luna de reojo y todos los ojos cansados buscándose, asimétricamente sumidos en un sueño. El mar es una gran metáfora, símbolo del vicio de la libertad. Metáfora del acto de navegar propiamente dicho. Una piedra y una flor, una voz descansa y sueña. Un color me quema, una voz descansa y vibra. Una historia decae y se levanta, reposa y se desnuda al tiempo y se deshace y no nos vemos más que en la oscuridad del no vernos. Pero yo los vi me dice. Yo lo sé y quizás también lo sepas. Quizás te hayas dado cuenta que descorrieron el telón, que levantaron las sábanas azules del tiempo y ahí estábamos los dos soñándonos a los ojos en la oscuridad luminosa y eterna del deseo. La miel cerca del fuego y el cuerpo detrás del vidrio, la libertad y las palabras. Silencio. En el desierto de las paredes cansadas y los gritos asqueados de ahogarse en mares de arena, de caerme dentro. Quiero parar. Quiero volver a caerme y despertarme así, en los colores de la pérdida. Sueño aún en los albores de la soledad mentalizado en lo terrenal del deseo y de los ojos cerrados, desnudos a la entrega del todo como el valor agregado a la suma de las partes. Puedo olerlo en el viento. Quiero sentirlo en tus manos, cómo el miedo, cómo el amor, cómo el viento, cómo el tiempo nena.

domingo, agosto 12, 2007

Los cuerpos olímpicos

En palabras y no en vientos, en gestos y no en miradas, en mí y en vos, en el cielo de “todos juntos” la velocidad, la veracidad. Más allá del ardor y la complaciente compañía de combatir la fuerza de la noche que se acerca y se agranda lentamente sobre nosotros para por fin, cubrirnos al alba con el sol entrándonos a los ojos por la ventana. En mí, en él. Todos sabemos en parte cuán grande es el cielo desde aquí abajo ¿no? Hablan las bocas ¿hambrientas?, sudan, se relamen también, meditan en miradas cómplices y perspicaces sobre cualquier movimiento en falso detrás de la tela que pueda cortar el efecto mágico de ver sólo el baile de una sombra. Ablandar. No hablo de ablandar para deshacer, no. Calentarlo quizás para poder darle forma y así moldear a gusto propio. Tanto y tan poco. La miseria recorre los cuerpos, el recuerdo. Los ecos en la oscuridad y las luces de colores verdes, como globos en la eternidad. Mundos etéreos. Gestos y manos que entrelazan diagramas. El dolor, lo sé. El recuerdo constante, el castigo, el martirio. (No quiero más mártires, no, pero digamos que a veces…) Las manos y la tensión. No sabés lo que es el miedo cuando puede llegar a percibirse en una mano. Quiero decir. Cuán infinito y grandilocuente es el miedo que puede percibirse en una mano que te sujeta cada vez con mayor intensidad y menos fuerzas porque tiene miedo de caer. Quiero decir. Cuán hondo y profundo será el miedo que puede atravesarlo a uno y ser también de carácter interno hasta lo más ínfimo del espacio y la cuarta dimensión (tiempo) siendo un futuro vértigo, miedo del futuro, que se vuelve carne, que se vuelve hueso, que se vuelve dedo y así se sienten las manos como cuerpos olímpicos capaces de fundirse en ese mismo terror, dándolo todo en esa presión entre sus cuerpos. Sueño despierto. La desesperación tiene algo más que cien páginas y el olor es algo más que las curvas del aire que dibujan el contorno de mi cuerpo. Hay un perfume. ¿Alguien más pudo percatarse de eso? Sí. Ahora que las promesas son a los ojos y la ferocidad de las orgías en invierno es simplemente un circo de miradas frías (desde el vamos), pero calientes (a la distancia), que no van a tocarse, Sí. El viento en la noche me acaricia la espalda y entre las risas del despertar yo sé que alguien está mirándome. Todos sabemos que hay un secreto. Todos. Vos me viste y lo sé. Sí, yo los vi, me dijo, yo los veo. Soy un espía en esta canción y no es por no ser actor de ésta, por no sentirme parte, no. Yo juego en esta historia. En serio. Yo siento en esta historia. ¿Es tuyo el juego? El don omnipresente, el mar responsable de poder navegar y soñar despiertos con poder atravesar tan sólo al tiempo para decir, sí, el juego se ha quebrado y sin embargo… Incluso podría llegar a decirte que sé la cantidad de lágrimas que hay en vos y en ellos. La cantidad de lágrimas que hay en todos nosotros a la espera de ver el sol para poder salir a tomar aire, para ser el puente de la emoción y así darle lugar a las fotos y a la memoria próxima a construir. ¿Es nuestro el juego? En la calle las voces éramos dos pero (creo) hablábamos por todos, quiero decir, vos sabés como son estas cosas, los nombres y las estrellas, el suplicio de poder actuar, el desafío de ser parte, la proyección y el anhelo de poder jugar en la oscuridad de los silencios, no, en la oscuridad del terror, no, el anhelo de poder jugar en la oscuridad de las palabras, no en la oscuridad del miedo, no. Hay un deseo, en realidad más de uno. Hay tantas palabras que deberían ver la luz ahora, tantas canciones y tantos poemas que dirán que en realidad nunca supimos sobre eso. Hablarán sobre el retazo del fantasma de la desesperación que se desató, a veces violentamente y otras no tanto. Esperar. Espero. Esperamos. Ásperos espasmos esencialmente inesperados, expresivos en su totalidad, gimiendo a espaldas de la legalidad, espiándome a los ojos, juzgándome, quebrando el trato tan sólo en esos lapsos donde la cordialidad deja de ser un juego, donde el sueño se hace cuerpo, donde las palabras descorren el velo para pasar a ser ellas en alma y cuerpo, en verbo, en sed. Es como que yo soy el espejo propiamente dicho y las dos acciones consiguieron tocarse a los dos lados del espejo, y yo, literalmente objetivo, sólo miro... como un puñal que te roza el párpado y ahí las lágrimas dicen "está escena es nuestra" y se aparecen desafiantes. Toman el mando y son parte, son el todo y gesticulan a gusto, dirigen, presionan. Saben cuán profundo es el corte por donde irán a salir. No conozco en realidad sus máscaras, no creo que de verdad las tengan. En soledad todos estamos desnudos, íntegramente vacíos ¿dispuestos a hacer del todo más que la suma de las partes? Verdaderamente empiezo a re preguntármelo y no es porque esto ya lo haya pensado, o sí, en realidad no de este modo. Jamás me percaté con tanto énfasis. Vos sabés, los ojos como cámaras, subjetivos, sólo puntos de vista, es más, cada vez que resucite esto será eterno en la medida (o dimensión) que no vuelva a repetirse el plano o en su defecto vuelva a contextualizarlo de igual forma. No. Suspiro. Miento. Suspiros, sí, muchos. Suspiro tanto al paso del tiempo como al que vendrá. Yo tampoco quiero y en realidad tiene un por qué, o digamos, desde la inocente ingenuidad lo tenía ¿filosofía? No lo sé. Conozco, no conozco. Desconozco el alba me dijo y así fuimos el sol y la luna y de pronto la noche y un eclipse y la noche y la luna. Sí, lo sé. Siempre se piensa a la luna en la noche, a la luna dentro de la noche. Es también una posición correcta ver a la luna como actriz de la noche. Quiero decir, para qué romper el esquema, si la comodidad siempre sienta bien. Decir que la noche está por fuera de la luna sería al fin de cuentas otro punto de vista, claro que ésta forma llevaría consigo el cansancio y hasta quizás la mirada de los otros señale tus ojos dispersos, sí, dispersos. Es la capacidad de todos modos, el factor sorpresa. Eso sí, siempre del otro lado. Quizás estar en el lado correcto signifique, en mi caso, la muerte. La totalidad y es eso lo que estoy haciendo creo, dándome el lugar. ¿Cómo es que de un momento a otro la duda inunda la totalidad del cuerpo, destituye al “mártir” y lo arrincona frente a un abismo donde, si no cierra los ojos para suplicar por dentro, levanta la vista buscando un hueco en el aire, una voz o simplemente un halo de ruge que le de la capacidad de poder hacer pasar el tiempo, para que después del parpadeo, de dar el paso siguiente en el camino que llevaba a cabo o bien simplemente dejar pasar el tiempo quizás sin respirar, la certeza sea la fuerza de la seguridad figurada en su cuerpo proclamándose, porqué no, la justificación precisa? Yo perdí el amor me dijo, y la verdad es que si alguien más hubiera escuchado esa voz, no sé si se hubiera dado cuenta de eso, o sí, que se yo. Estaba perdido en parte, quizás porque la luz lo encegueció tanto que simplemente se ahogó en su propia música, buscándose a él y no a ella, sino a él, a él en ella, a él en ellas. Una flor en tus manos para mí, me dijo también, y claro… una flor con labios de mujer, la muerte, la necesidad de saber que es por algo que estamos aquí, el estímulo, el tiempo. Nada sirve entonces, y sin embargo acá estamos, dando vueltas. Buscándolo, oliéndola, sintiéndonos, deshaciéndome, espiando. Sí, comentando. La experiencia y la fiebre, la necesidad de ver al diablo con labios de mujer, la justeza de la soledad, quizás sea ése el motivo, el secreto que todos llevan bajo su lengua y cada tanto saborean con soltura mirando al cielo, respirándose, esperando tan sólo es instante para poder ahí darse cuenta que la soledad es en realidad parte de un proceso homeostático por el cual se complementaría el deseo en la medida en que la otra parte del espejo, él polo opuesto de la ecuación complemente el gesto y la necesidad. ¿Cómo lo dijo? Así: Menos mal que estoy... ¿y qué me decís del color? ¿Ahora también vas a justificarme la nostalgia en escala de grises? Quizás toda esta catarata de hechos y la representación del tiempo que al fin de cuentas nada trasciende del todo sea simplemente el vacío, el hueco profundo que demuestra la flor que va a crecer en la primavera... si así fuera, prepárense, porque la miel viene con fuerza, viene pesada, viene con hambre y viene con sed. Yo sé que es la entrega, la plena entrega, pero la necesidad y la misma sed es también un reto, un desafío y este juego es mucho más que un circo con macabras escenas en las que simplemente los ojos se miran, se tocan, se besan, se sueñan pero siempre distantes de verse a los ojos, quizás se piensen, sí, pero vos sabés cómo es esto, el respeto que tanto vale, los formalismos. Qué formalismos. Hay que salir a fuera, hay que salir a sentir la lluvia y darse cuenta que el cuerpo siente las lágrimas del cielo también, hay que entender que el gris de la tormenta está cargado de tanta luz... ¿Cuántos colores hay preparados en el cielo por abrirse? En el jardín todos los juegos se repiten volviéndose una y otra vez paraísos novedosos, los llantos y los gritos me resucitan una y otra vez. Las sombras en el suelo y sin embargo, todos están ¿distantes? Expectantes más bien, a la espera de poder decir: Sí, tenía razón, esto en realidad era así, la arena estaba húmeda y mis huellas se tallaron en su piel. ¿Cuál es el problema? Por qué no podemos salir a correr, pero sin la necesidad de huir. Digo salir a correr por el simple hecho de saber que volar no se puede. Y la sorpresa. Vuelvo otra vez al factor sorpresa. La sorpresa es como el color azul, como la tristeza. Vientos púrpuras, sí. El cuerpo y una sensación. La sensibilidad es quizás un factor... y por qué no, un actor más que destacado en esto también. Quiero robártelo. Sí, como un ladrón. Tengo tanto miedo de esto. No sé por qué. En algún momento más de uno relamerá la miel y sabrá que la flor yace sobre su lengua, que las paredes se pueden atravesar, que el idioma de las almas es en este caso la plena soltura de la sensibilidad, aún así, por sobre las reglas pre establecidas, casi obligatorias de quebrar la oscuridad con luz, sólo cuando la legalidad ve hacia otro lado. Hubo fuego, sí. Hay fuego también y la belleza carga consigo tanta crueldad...

jueves, agosto 09, 2007

la sed de la esencia y las manos perdidas buceando en tus labios sedientos por probar la lluvia,

de la esencia y las manos perdidas buceando en tus labios sedientos por probar la lluvia, de la espera y participación implícita que se comparte en el aire del invierno, aún siendo esto un infierno, de la incapacidad que se reprime a los golpes reluciéndose en claros destellos del qué hacer, de la muerte y las madrugadas sedientas de tocar el cielo con las manos, de la invisibilidad desde el vamos y la capacidad de dejarse atravesar por luces y llantos, de ser parte del aire siempre apunto de estallar, de sentirse fuego y deshacerse solo, de bufarse por la inocente sombra de la desesperación, de las manos perdidas tocándome la cara, buscándome a mí, justificándome al menos un por qué, relamiendo el tiempo que nada hace, más que eso, que ser tiempo y decretar, como tal, el paso del mismo, siempre por el principio y si fuera por el final en ése caso sería principio también, de las palabras perdidas, presas en la eternidad, de la lluvia y la imposibilidad de sostener la denuncia, de poder mantener el silencio, de la esencia de saber que siempre será la sed el movimiento en el mar y ver el sol cada vez más lejos


Todo el deseo.
Primero el anhelo de ser.
Después:
La búsqueda.

Naufragio de miradas perdidas
y pétalos fundidos en lágrimas color de tiempo.
Una sombra y una flor.
El fuego.
El fuego del alba emerge del mar.
Una perla diagrama versos en el cielo.

Otra vez la muerte y un escenario
todo esto por un libro
todo esto por un alma.
todo es el amor del tiempo
todo el paso del tiempo
todo en sus manos al viento.

La búsqueda...
Esto es la búsqueda
y las lágrimas que vienen por él.

No se busca.
Se está en una búsqueda constante, sí:
de perfumes
de aromas
de olores
de colores
de visiones
de lugares
de divagues
de pulsiones
de pasiones
de ilusiones
de calores
de colores
de canciones
de emociones
de razones
de expresiones
de las flores
de la esencia
del corazón que se nutre y se riega de todo
y se funde y se genera
y otra vez sentirme así
en el mar, en la búsqueda constante de...
desarmar
deslizar
desafiar
deslumbrar
desfilar
destronar
destrozar
desgarrar
desterrar
desvirgar
deshacer
descreer de mis palabras y los versos
y los verbos que conjugo en el tiempo,
mares de letras y sueños
sedientos por verse en la puerta del sol.

El fantasma de los labios.
El deseo de los labios.
El sabor de una boca en invierno.
El licor de saber decir que no.

lunes, agosto 06, 2007

...en el jardín.

El ruido ensucia lo pulcro del silencio.
¿Sabés? El silencio.
Yo siempre le escribo.
Yo escribo siempre.
Silencio:
Yo siempre te escribo en la oscuridad de las palabras.
Si yo fuera...
Lo tengo aquí frente a mis ojos.
Es rojo!
-Lo sé.
Hablar y hablar.
Hay que hablar en palabras me dijo una vez una voz al oído.
Yo sólo le repliqué:
Ojalá con palabras pudiera mantener los diálogos de mis silencios.
Quiero hacerlo y me sale así.
La parafernalia del sueño.
Los destellos oníricos son en realidad lágrimas de realidad real.
Lágrimas y no de llanto.
Lágrimas de emoción.
-Quiero que me des aire, que me saques de acá.
No tengo alas le dije.
-No hace falta fue su respuesta.
¿Ya el eclipse era premisa?
Sí. Definitivamente.
Es lo que estás pensando.
Los conocimientos no sanan más, el tiempo no se borra.
No. Estoy esperando la respuesta.
No estoy esperándote. Al leerme…
-Lo sé. Sólo un acercamiento.
Necesito que...
En ecos.
En efectos.
Ya no quiero hablar por hoy.
Ya no quiero dejarte hoy.
Ya no voy a...
¿Y qué voy a decirte?
¿Que tengo sueños?
¿Que soy la luna y vos sos el sol?
¿Que estoy buscando mi sol interno?
¿Que el amor me ha dejado enfermo?
¿Que me muero invierno?
¿Que ya nada es eterno?
En las palabras está la llave.
Una sensación. Lo sé.
Un grito desgarrando al cielo,
cómo un aullido lunar violándome.
Y desaparecer, cómo un respiro.
Una necesidad.
Es la mirada ajena que...
Alguien fue "La Vendimia".
Alguien fue "Las Flores".
Alguien fue "Las Palabras".
-Prometeme que nunca vas a olvidarte de esto.
Y se fue otra vez
Y se llevó el sol
Y se cayó en al agua hambrienta
Y los colores silbaron fuerte
Y las nubes juraron tu nombre
Y vos simplemente te fuiste sin volver...
Porque nunca estuviste aquí.
Otra vez la premonición.
Otra vez.
Otra vez sentimiento y no sensación.
En tu nombre.
En el cielo.
En la historia.
Todavía te espero.
Y no puedo controlarlo.
-Lo sé.
Hoy perdí la forma.
-Eclipse.
Una combinación.
-Me pesa!
Esto ya se abrió al cielo y el infierno vino a correr el fin.
¿Quién?
-¿Por qué?
El tiempo y las puertas.
Quiero salir de aquí.
Otra vez aquí dentro.
Está, yo lo sé.
-Yo lo vi.
A la espera.
Algo empieza a caer.
Suena el cielo como alerta.
Todos saben de la explosión pero nadie dice nada.
La furia despiadada se encarna en el aire fugaz.
La esencia siempre vive en las bocas hambrientas del tiempo.

miércoles, agosto 01, 2007

sobre canciones ajenas

“Ella se desnuda en el paraiso de su memoria
ella desconoce el feroz destino de sus visiones
ella tiene miedo de no saber nombrar lo que no existe”
Alejandra Pizarnik


Antesala de generación.
Sabor a nostalgia divina.
Un fragmento.
Del universo una parte.
Hacia el sol una mañana.
Me ilumina la sed.
Hablar de escuchar al silencio es una verdad.
Saber que hay gestos trazados en el aire y huellas en la piel es una realidad.
Deseos y flores en el jardín.
Besos de Marzo.
Buscar la oscuridad, sombra en la escapatoria.
Arde.
Me arde sí, cómo un juego.
En una novela es siempre la magia el centro de atención.
En cambio aquí es él, el puente en mí a la inspiración.
Son los ojos y la contradicción de nombrar al fantasma de la desesperación.
Escucho en tu voz vientos de liberación, aires puros, como susurros y sonrisas de luz.
Voy por la luna y escucho al silencio.
¿Sabés?
Siempre espero un eco en la desolación, es el miedo al fantasma, a la desilusión.
Vértigo de no saber hablar.
Se rompe el esquema que dibuja bocas sobre tu boca.
Una flor.
Una vez tuve un sueño.
Una vez dije que no era para siempre.
Una vez sentí el cansancio.
Una vez salí corriendo.
Una vez meditamos al invierno.
Una vez en un jardín dibujamos nombres mirando al sur.
Suplicios (lo sé) sobre canciones ajenas.
Dar lugar inspira y la agilidad, dicen, previene.
Caer en la frontera de los besos intempestivos del camino.
Un trance perpetuo.
¿Por qué así?
¿Por qué a mí?
Así surge la voz que declara la vida y en la contradicción no quiere perderse.
Quiere perderse, no quiere caer.
Quiere perderse, no quiere morir.
Quiere perderse, no quiere encontrarse.
Conozco la historia, viento púrpura…
Hay un fantasma.
Hay una sombra.
Hay poemas en el mar.
Hay palabras.
Hay silencios.