jueves, junio 10, 2010

Y ahora además podemos invitarla a la fiesta dijo detrás de mí

Y ahora además podemos invitarla a la fiesta dijo detrás de mí como si yo no estuviera parada acá, y claro, me olvidaba, ahora una se vuelve mercancía, material de consumo para los hombres en celo, hambrientos, jadeantes, y retorcidos, campeones mundiales de tocarse la pija con la mano en los bolsillos del pantalón siempre buscando monedas en el andén mientras esperan el subte. ¿Cómo es que pueden ser tan livianos? Si ya sé, quizás sea yo, nací con ovarios muy grandes, tan grandes y tan pesados que no hacen más que atarme cada vez más al piso para demostrarme que acá en la tierra, ¿reina? (si, reina, y no rey), la ley de gravedad. Tengo los ovarios tan grandes y tan pesados porque tengo dos pelotas muy grandes, de tanto manoseo en el colectivo, me la pusieron tantas veces sin querer,silbando bajito con cara de yo no fui y balbuceando los ojos hacefríovioperosinolausounpococuandoquierausarlalapobrehabráreventado. pelotudos. perdón. pelotudos. Perdón, ahora si, la P en su lugar pelotudos con minúscula, boluditos, y eso que detesto los diminutivos, me enferman, bastante ya con los perros chiquitos, porque son eso, son perros chiquitos, no son perros chicos, no son perros chiquitos, el diminutivo del de la pequeñez, la histeria por la histeria misma, entonces nunca mejor dicho para esos pelotudos con minúscula, la misma p minúscula de sus pitos chiquititos, de sus pijitas pequeñitas, y encima boluditos, porque las bolitas más pequeñas las tienen, y tienen bolitas si y no huevitos, porque los huevos tiene clara y yema, pero estos qué carajo van a tener si todo lo que podrían tenerlo lo hirvieron en la palma de sus manos hurgando para el bondi mientras ya se la acarició después de comprar la tarjeta del subte con la excusa de no golpeársela contra el molinete. Y bueno. En este divague lonelypeople por suerte acaba, de llegar el tren, mientras el sigue mirándome, ahora con las dos manos ahí dentro. Sostengo la mirada con alta tensión mientras veo que su cara se pierde en gotas de transpiración que bajan desde sus cejas arqueándose, caen por su nariz desesperada, sabe bien que esa gota no puede pasar por su boca, lo más parecido a una lágrima en este momento detonaría todo mientras suena la sirena del subte que avisa, se cerrarán las puertas. Me acerco a la ventana le tiro un beso y decididamente le pregunto con bronca y descargo ¿Y ahora qué vas a hacer pajerito? Mientras yo me voy yo me voy a mi casa y él se queda con una vainilla en una mano y la lechita en la otra.