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rompiendo la quietud, quebrando el silencio, florecer, la búsqueda de un registro, sucesión de besos, soñaba con un cuerpo, imaginaba inventándome para encontrar una forma que me cautive y sólo me dejé llevar por el juego del silencio, sin importar el contexto sólo nos libramos a jugar y la consiga era la excusa para poder ver adentro de tus ojos y no buscarme a mí, exacto, desnudo, preguntando, hablándote, quería saber cómo era tu voz, y miraba tus ojos y esperaba no anticiparme al tiempo, y miraba alrededor y jugabas con tus manos, y yo no estaba ahí, tampoco lo estoy ahora, o sí, pero no de la misma forma, caminemos, quiero volar, me gusta dormir vestido, desnudo, ya no importa el cómo, no elaboro los por qué, conocer... conocidos, desconocerse, estoy conociéndome con vos, tu voz, el silencio, mi voz, mis palabras, el verbo, mujer de viento, los ojos, la voz, las manos, la noche, soñar despierto, crear conjuntamente creyendo, hablar sin importar el contexto, jugar a perderse en la vanalidad del frío y dejarse llevar, sentir la música, el tempo, la armonía, llenar la casa, asumir el miedo, destrozar la niebla, disipar el vértigo, y el movimiento en la boca y los labios, en las manos y los gestos y poder leerse en el cuerpo pasado de uno que se construye mirándose hacia atrás sin negaciones, jugando en la dialéctica, abrir el juego, abrirse al juego, figurando calores en el cuerpo, colores filantrópicos, estratagemas improvisados y no por eso voy a subestimar ni mucho menos nivelar hacia abajo, no, brindo porque no hayan planes, vuelvo entonces a la escena del azar y la cautela con la que mi llegada tarde no resintió en una charla que será eterna, con manos que dibujaban formas que acarician el aire esquivándose de las tuyas con la única idea de no perder el hilo conductor y esperar a que sean las manos la conversación en si misma para regarnos de silencio y soltar la presión de la sexualidad en un beso que rompe la quietud, quebrando al silencio, y dejando entrever que la luz no sólo nace en primavera, que las tormentas en el verano acarrean enseguida al sol, y con él, la luna no descansa pero sabe que puede volver a brillar divirtiéndose incluso con la idea de que es ella quién en realidad tiene luz propia. quiero soñar y me gusta, perdámonos en el bosque sí, pero no quiero perderme el sueño, no quiero despertar, no quiero que se termine, a orillas del lago busco tu cuerpo en mi cama y puedo olerlo y saber qué quiero, y me gusta, hacemos un jaque al olvido, sí, pero miramos sobrevolando sin alterar ni brindar excesos de importancia, pues la impotencia se acrecienta caminando hacia atrás y nosotros volamos, no en velocidad, celebro la sensación, estoy yéndome por las ramas del árbol y las hojas se entremezclan entre mis dedos acariciándote, consagro la escritura en el cuerpo dibujando letras invisibles que se leen sólo con los ojos cerrados.