sábado, junio 16, 2007

y su piel era sólo un tapado

Estamos recorriendo la ciudad y caminándonos sentimos el frío. La lejanía acá, acá nomás. Estábamos tan cerca… Vuelvo a verte una vez más y siempre me queda algo, el aire. Atmósfera somnolienta.
-En silencio.
-Todos dicen.
-Escuchá, sentí al viento.
Aquí el aire toma altura y en el viento, en el viento voy dando vueltas, en el viento voy, en la lluvia, voy. Vibro en el viento y vuelo. Vuelvo a verte y a escribir. Tantas palabras sin saber quien soy. Una fuerza me lleva a hacerlo sin saber por qué.
-Yo fui tu boca al leerte,
escuché tu voz.
-La mirada perdida
-¿Y me pedís una explicación?
-Son voces, sí, ya lo dije.
Hay una ciudad aquí dentro. Creo en el dolor y no para construir de él, digo, yo sé que existe. Persiste el ruido en mí. El caos se abre ante vos, Jugás a querer ser siempre el sol. No entendés la profundidad del miedo, víctima de la misma velocidad. Una mirada idiota con fascinación. La escucha predispone al silencio incluso entre el sonido y el ruido. Buscando un idioma que responde al entorno tengo aquí metáforas sin primaveras, flores que mueren por ver el sol. No puedo perder mi necesidad. No quiero ganar este giro inesperado. Suenan tus ojos en el bosque helado de la soledad. No gira el tiempo. Acechan los licores del ensueño y la destreza para perderse sin siquiera anhelar encontrarse. Me caigo y no sé si estás, ya no sé si voy. Dejame morir en tu cuerpo hoy, regalame tu luz, tu cielo. No tengo donde caerme. Las voces se bifurcan sin señales, las aguas insisten con su magia. Quisiera perder, no quiero dudas, necesito volver. No nos fuimos en la agonía de una ilusión, desconfiando sólo de las sombras, no. El rey hambriento de sangre se corta la voz y aúlla para perderse en el viento hipernatural.