martes, junio 05, 2007

El fantasma de la desesperación.

Negrita: Mi voz, narrador.
Violeta: El alma, la esencia.
Azul: La tristeza, el pudor de la inocencia.
Verde: El jardín, lo natural.
Rojo: La poesía desgarradora.

Mejorando el tiempo,
se acerca el sol.


-Deshaciendo al hielo.
-El frío
-Se ríe,
otra vez.

-El cielo ríe otra vez!

El temor y la bondad.
En sus ojos un espía, una visión de poder.
Una ola polar.
Una aurora boreal.
Un círculo.


Recurrente es el agua al igual que la tierra y el fuego.

-Sacrificios.
-Y en el mar reposa nuestra historia.

Ofelia sumergida aquí, en el sur
bajo una estrella
arriba está tu cruz
aquí debajo, el sur.


La ciudad.

No hay palabra aquí,
una llave para abrirte así
desnudarte al cielo
y recitar sobre tu piel en invierno
desgravar de mi boca el infierno.


-Ahora oigo las voces viejas.
-Quiero entrar en la pregunta.

Ahora ataca tu voz.
El final no es una lengua de seda.


Buscar,
oír incluso tras el disfraz.
El absurdo almacena
la esencia en todo su fuego.
Se va!
El ojo se pierde en el mar de las letras.


Por favor, el placer.
Abrir el cofre y cerrar los ojos,
una verdad.
De espaldas, la ilusión y el vértigo.
De frente nada, sólo una puerta
y la muerte en tu lengua.
Ácidos los colores que brillan,
este jardín es la melodía.
-No puedo.
No quiero irme.


Anidan los sonidos y el color.
El filtro en mi retina y un animal feroz.


-¿Duerme?
-Es el miedo.
-¿Soñar es el miedo?
-No, la desesperación.
-¿La pérdida de control?
-El desvarío personal.
La lluvia ácida y la retina deshaciéndose
.

Mientras todos bailan el circo también lo hace.
Tan bien lo hacen.


-No te entiendo.
-La improvisación...
la luz y el sol
-¿El arte?
-Sí, helarme.
Morir desangrando fuego.

Sobre el vidrio
bajo la luna
frente al sol,
viniste por el asilo y te fuiste dentro.

La gran música de la cueva y los gritos del invierno ético.
Seis días, seis.
Una semana fue el principio. Lo sé.
La decadencia y el absurdo cogiendo incluso por amor
sobre la fe
en un grito de guerra.


-¿A dónde vas?
-Vámonos de aquí.

Un payaso imbecil.
Un payaso.
¿Cuán imbecil?
El desenfreno salvaje.
El nuevo cielo sin mentiras en vísperas de la primavera.


-¿Cómo dijiste?
-Abrí los ojos.

Y no sabe hablar
y no sabe jugar
y no sabe.
Nadie sabe nada.

-¿Omnipotente?

No hay perdón aquí.
Las voces están y ahora resucitan por dolor.
Solo hablando ante los ojos del tiempo otra vez el horror.
Una rosa ciega se desangra desde adentro, desde allá.


Siento el aire otra vez
huelo el color
vomito aire!


-¿Cuál fue la pregunta?
-A quién es la pregunta.

Y así se acercaron tantos a verlo.
Caminaban sin decirnos nada,
simplemente desfilaban.
Voy salir a caminar,
a buscar las respuestas bajo los árboles
o las hojas secas libradas a la muerte…


Mejorando el tiempo
se acerca el sol,
deshaciendo al hielo
el frío,
la ciudad.
La ciudad se ríe
otra vez,
el cielo ríe otra vez!


Pobre!

Una red se abre y se va.
El espíritu aflora por la sed de ser
el mito y la asociación,
la magia se desarma y se deshace
la piel quema y la exploración.


-Abundan las palabras.
-La desconexión.
-Callate de una vez!
-Vas encontrándote.
La mística deviene.


Y la causa antecede al efecto
la explicación reseca las flores
y mata el color.
Ellos buscan el talento y el calor.

-La voz es innata.
-No así tu voz.

La dinámica se pierde y se repite la acción
Desbordado por el asombro
redundando por la incapacidad de ser.
una y otra vez los brillos enceguecen.

Bienvenidos!

Siempre buscando el dolor, la necesidad de lastimarme así.
Te gusta verme sangrar, escucharme desgarrar al cielo.
Estoy sobrevolando la tormenta y los rayos diagraman el mañana,
el final desafortunado, con el último aliento.


-Estoy viajando, sí.
-Lo sé
Nunca estás aquí.
-¿Y vos?
¿Siempre estás?

-Demasiadas preguntas niño!
-Ya lo oí de tu boca también.
-Se acercan otra vez.
-Es tu deseo debajo de las estrellas.
-Siempre mirando a la luna.
-No siento el cuerpo, solo la fiebre.

Los ojos no pueden llover por vos
el cielo despierta fantasías
y los jinetes se acercan a toda velocidad.


-Buscan la pausa, el terreno para deshacerte.
-Frente al público van a matarme.

Las garras, y el sudor arde en los ojos,
nadie vino a verme hoy
y mis lágrimas se caen
nadie tiene alas para mí
y mis manos se deshacen
nadie dijo mi nombre al sol
y mis huesos se calcinan
nadie quiere verte llorar
y tus besos no existen
nadie siente propio el final
y la historia, nuestra historia es triste.


-Son tus dedos la puerta.
-Saberte en mi ventana.
Padezco el terror de la risa.
-El cinismo, el terror.
-Por temor al tiempo no voy a cerrar los ojos.

No sabés abrir los ojos y por eso te perdiste en un sueño.
Quiero que te subas a este viaje y por una noche navegar en el desierto de las palabras. Dibujar un oasis de verbos inmaculados para nosotros, figurar el cielo. Me arde el cuerpo, no siento mis pies, el aire que respiro está seco y el calor sangra en mi cabeza. Una paloma asesina otros vuelos fugaces. Incapaz de sentir amor despedaza sueños con sus garras sedientas de sangre. Captura la presa, y con sus uñas hambrientas la deja sin voz, abierta al sol, próxima a disecarse del movimiento vital que funcionaba en su cuerpo. Quién quiera amarme y mamar la furia saciará su propia sed. No busquen llenarme a mí. No se equivoquen. El cuarto oscuro no busca luz. Ojo! Almacena oscuridad ante los ojos del resto para sentir, en si, el poder de la luz, el poder de su luz.
Mentiras suaves que rozan con filo. Desgarrar con tu lengua de diamante atravesando al fuego, cambiar la voz, entonar afinando en la vorágine, teatralizar como uno más. La acción como figura. Morrison París, la cuestión brutal. Al final los barcos extraños espiaban tus palabras en el desierto, invisibles en la noche. Bailando alrededor te quebraste. Extasiado bajo el agua en el camino de la luna. Intentaré recomponerme en una palabra.
Poesía.


El odio personaliza al sujeto,
la introspección y simplemente es el cambio
universalismo infame en la genética del cielo
y buena mi entrevista con la amargura.
Son los relojes que atrasan la despedida
y me desvanezco en tu magia.
Sumido en llantos y demás
reclamo el milagro al viento y al volver.


El viento pasa y se lo lleva todo,
los pasos de aquel camino
juntos de la mano con las dunas
y la revolución del placer.


-¿La cuestión como respuesta?
-Aunque hagan silencio los pasos sigilosos perforan la piel.
-¿La enfermedad?
-Te miro y me acuerdo de ella, la veo a ella.
-¿Por qué?
-Esos ojos frente al mar y la arena.

Pasó detrás de mí y sin pensarlo subió las escaleras.
Las piernas abiertas y al fin…
Ah! Ah! Ah!
¿Suena fuerte no?
La fricción de las palabras y ves,
el vértigo ante el desvelo del tabú.
De rodillas y susurros,
se gestan paraísos.
Siempre apuntan a...
siempre surgen del mismo barro.


Imagino ráfagas de arena.
Lluvias que pesan sobre la tierra,
imágenes utópicas
víctimas de las verdades meramente humanas.

-Bajo tu pollera vi lunares.
-Anacrónica, furtiva y personal.
-Rasgos y gestos que reclaman la excitación.
- Las atrocidades mentales superpoblan el silencio.
-Extraño tu voz como la antena de alegría caníbal.
-Marcos extremos en las escolleras rumbo al mar.
-¿El final como cambio?
-Un sueño en la noche de los cuerpos.
-¿Cómo es que no hay un lado oscuro?

Quiebro al tiempo en silencios
echándome al sol en invierno.
Y no es fácil en invierno sin calor
sin abrigo, sin caminos
tal vez cerrar los ojos y poder abrir
se abre el telón y quiero salir.


La nostalgia y el futuro, una ilusión.
El dolor de nuestra tierra
nuestra miel es la espera
una calle, nuestra estrella
nuestra luz es la bandera.
Y estás despierta y no sabés llorar.
Y estás hambrienta…
La ciudad descansa en ti.

-Y vuelven los ecos a llamarte mientras huís del sueño.
-¿Soy feliz?
-Solo puntos de vista.
-Vos lo dijiste, duele y no sé partir,
sé partirme.

-En un cuadro una canción dispersa.
-¿Cómo gritan si no tienen voz?
-El fantasma de la desesperación.
-Estoy descolocado.
-Estás perdido.
-Estoy bien.
-Estás muerto.

El pacto es inconsciente
el actor es inocente
brillan en el cristal,
libertad.
Volverán en un vuelo de seda sobre la ciudad,
llorarán mirándose en la demasía que los circunda.
Estoy esperando el temblor.
Sobrevolamos un río de muerte, lo sé.
Quiero abrir las alas y no sentir el dolor en la piel.
No quiero sombras rondando a mis ángeles esta noche.
Detrás del vidrio alguien grita, reclama la atención
sentencia la falta de alcohol en su sangre.
Yo prefiero volar.


Gritan desde adentro
reclaman al sol
las bocas llenas de arena
sienten el mar sobrevolándolas
cuánto lo siento,
cuántas veces lo sentí yo.
El cuerpo habla.
El cuerpo grita.
El cuerpo canta.
El cuerpo afina.
El cuerpo no calla.
La luna ruge.

Una esquina se abre,
no hay vestigios
no hay explosión.


-¿Dónde estás?
-La luna ruge.
-¿Dónde estás?
-¿No ves?
-Tu respuesta...
-Estoy fuera de mí.
-Lo último está sucio.
-Lo sé,
es amor.


Dicen que serán del sol los ojos que se abren en el agua.
Brotan desde el centro del cristal las señas del alba.

Ojalá fuera la luna.
Digitan las formas en la ciudad
y no es fácil la razón en el viento.
El viento es otro.
Otro sin vergüenza que nos lleva.
Otro sin vergüenza que nos trae y nos desarma.
Otro sin vergüenza que nos desarma y nos arma y a veces nos ama
y juega con nosotros en el pelo, en la piel,
en el alma.
A veces nos odia y nos hace doler,
nos penetra en los poros y nos duele
y el desarrollo nos florece en el alma
y la piel se desarma
y el pelo y el odio
y en los pies nos duele el cuerpo
y el viento respira el cuerpo
y ventila el alma
a veces hasta desgarrarla.
El feudo de la magia supervive al abismo,
y el alba...
Quiero así:
Quiero la miel del cuerpo que se desangra.
Quiero el odio y el alma.
Quiero respirar tu viento.
Quiero florecerte mi alma.
Una determinación.*


-Yo ya no sé si quiero hablar.
-Pienso.
-Me hace mal,
me hace bien.
-¿Qué más da?
-Ahora no me ayuda
y la verdad no sé si acaso ahora…

-Yo di mi voz y mis ojos.

Otra vez las luces y las sombras.
La historia prestidigita mundos imaginarios.


-Quiero paz.
-Estás ausente.
-Tengo la certeza.
-Todos saben que al final las perlas amanecen.

Quizás esta escapatoria nos de aire para ver,
nos de aire para ser.


-No quiero estar sometido al descanso por vos.
-La parcialidad.
-Discuto las intensidades.
-Dejo caer un halo de lluvia y no es de sueño.
Estoy cansado.

-Pienso que no hay forma.
No hablo de salidas.

-Aquí no hay mares, hay miedos.

La resignación, el dolor en la mirada
el viento se llevó las palabras
el tiempo nos trajo la soledad.

*Con Magia hicimos esto!

Negrita: Mi voz, narrador.
Violeta: El alma, la esencia.
Azul: La tristeza, el pudor de la inocencia.
Verde: El jardín, lo natural.
Rojo: La poesía desgarradora.


1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

ya le dije todo sobre ella

ahora solo quisiera escucharla.



... yo tambien prefiero volar.
volar hasta la luna
la luna que ruge.

que el viento me lleve...

1:52 a. m.  

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