miércoles, junio 04, 2008

un juego circular nos atraviesa despiertos

En tiempos de liberaciones abiertas al sol,
las manos entretejen la nostalgia
los ojos vuelven a ver amanecer,
el despertar de una noche más que larga.
Siempre hay una palabra en la lengua.
Siempre el silencio inutiliza,
la duda del terror, el miedo
la postura, la palabra.
Un verbo.
Acciones que duermen a espaldas de la luna:
Gritan
Vestigios de apariciones
la alegría, el fulgor
el sabor de los jardines en los labios de la sed,
despiadados
discipando las nubes.

Ojos sumergidos en medio del abismo,
la ciudad abre sus piernas.
Son las estaciones, y parece no tener fin,
no puedo explicártelo.
desfilan tan cerca del amor en sí,

El movimiento es sensual
y yo contengo la respiración
dejame desvestir el cielo.

Dormida,
endemoniada en su manía por dar lugar al llanto:
Es así, tiene que llorar.
El vacío se acumula y se agranda
y si no se libera ahora no se libera más,
la mierda se sedimenta,
el fuego no derrite el cuerpo,
no siempre lo incinera,
no, ya no.
Ves el mundo desde acá,
desde adentro y ya no estás en él,
se desarman los cuerpos en tus ojos deshechos:
-Ya no los veo.
-Quiero que vean quién soy.
Una luz bajo la cruz del sur.
Estoy buscándome y no pueden verme...
Ya no estoy en mi cuerpo y mucho menos fuera de él.

Los ojos abiertos.

El calor me sobrelleva,
la violencia contenida en el cuerpo,
una palabra dormida con filo.
¿Por qué?
las preguntas esquivas como consignas
secretos propios que incomodan siempre al resto.
Reclamos de exclusividad...
si fuese tan fácil.
Hay momentos en los que la noche se cierra tanto,
al punto de la desesperación brutal,
que la asfixia se apodera de uno,
y es ahí cuando la realidad es ajena al cuerpo
y es ahí, que balbuceo tu nombre.

En silencio nos miramos a los ojos reluciéndonos.

Perdida en una cama roja, ya no estás aquí.
Tu voz...
Ya no es la concienca, el alba se apoderó del sueño
en vilo toda la ciudad.
tu cuerpo está fuera de aquí.
Los rayos del sol no tiñen sus ojos de blanco,
atravesada por el sueño del amanecer, la verdad,
su cuerpo ya no está aquí
quizás en otro lado o bien en ningún lugar.
¿Dónde vas?
¿Dónde estás?

La interpretación,
los labios a oscuras digitan con suavidad.

Ojos sumergidos en el miedo al abismo.
Impreciso el comienzo y en el sueño llegan las flores
y en el sueño la luz pierde el eje de la escena
el frío no cautiva
hoy la ciudad abre sus piernas,
una lágrima vive, sueña y se va.
Pensando en flores que iluminan el fuego,
acorde a la pregutna, mi cuerpo se despierta sintiéndote.,
ya no saborea los vestigios del ángel negro.
La declaración de muerte en vida a esa parte del cuerpo,
la sombra irreversible pierde vigencia
la profanación del alcohol en el nombre del amor se cae,
los pétalos de luz abren el camino, refundando el juego.

Resuena el nombre sublimándome
tu lengua certifica la poética del perfume.
Sublimándote,
el ensueño terrenal en los labios.
Abierto a recomenzar,
describiendo vuelos,
descorriendo el velo,
las señales desfiguran la virginidad
el amanecer corre para ser eterno.
Vamos en el desfile,
la confianza se anida en tus ojos
la perversión desnuda se presta a tu vientre.

Estás moviéndote aquí en el jardín,
y las manos prestidigitan la melodía del deseo.

El amanecer constante,
el descubrimiento conjunto,
dormir y soñar despierto.
Un nombre y sólo la llave en otros labios,
o los míos tal vez.
El panorama me sumerge sin control,
sí, envuelto en los vuelos desnudos de tu amor.
El amanecer constante,
dormir y soñar despierto.

Algo se va de aquí girando.
y sin saberlo
ya no estoy aquí,
ya no estoy en él,
y al hablar tus ojos no me buscan ya
un juego circular nos atraviesa despiertos.

¿No te alcanza no?
¿Cuándo vas a dejarlo todo?

No quiero caerme de aquí
no voy a hacerlo.
Creo.
¿Voy a destiempo?
Despertate que el desierto nos inunda mi amor.
Despertate que el tiempo corre hacia atrás del sol.
Despertate que las palabras se confunden en el aire nena.
Yo estoy bien, creeme,
solo lágrimas.

Quiero que me abraces,
la verdad ya no hay palabras que me siembren dudas.
En tu cuerpo está el refugio
la ciudad,
las cartas de la tempestad tiemblan.
¿Qué es el Spleen?
Es la melancolía...
es el ardor, la no armonía.
Pero en esta secuencia
el purpura es la flor y tu voz mis manos
bajo el sol la furia te despierta
y es tan natural la mañana
y la sed insaciable es también incómoda
el miedo en si mismo es la línea del cambio
y desde aquí dentro hacia afuera la luz
y la luces de la eternidad esperan desesperadas el quiebre
relamen la envidia por matar mi piel.
Llegan hasta mí los gritos del cielo
y no quiero dejarlos ir,
no si yo estoy adentro.
No voy dejarlos ir
no voy a subir al cielo.
Te digo:
Tengo un mar de besos para dártelos
despacio vuelven las horas y se van,
los ojos siempre a punto de estallar en la memoria del agua.