viernes, febrero 27, 2009

120 días de los algodones y la miel -


Desde aquí hacia atrás con los ojos que miran hacia adentro, detrás de los párpados, es que el cambio de tiempo es tan profundo, el color del viento, es la tierra, la sensualidad de sentir la tierra en los pies, ensuciarse la suela, sentir el suelo, sentir la vida por debajo de los pies, en las manos apretadas y con los ojos cerrados (desde lejos), desde aquí, una mano desde adelante te ve llegar, sostiene la huída, la partida, la llegada bajo un cielo gris, diría que…


…te sienta bien el color del tiempo.
Vas y quiero entrar, ya no se ve la fuerza,
y no es por cantidad, es por tiempo.
La calle de la desolación dijeron una vez,
la calle de la sensación dijeron otros acá cerca hace no mucho,
y hoy…
hoy la calle de la desesperación y la sombra…
hoy la sombra se tiñe de verde…


…120 días, la mitad del sueño y me pregunto si acaso el tiempo es quién suspira en los ojos, la muerte del tiempo propiamente dicha, la mitad y el sueño sin piedad, como una estrella en el cine, la ciudad de espaldas, la ciudad, despacio. Te veo desde acá, te imagino a los pies de la cama sentada en cuclillas esquivando la pared, en puntas de pie, se descansa tu peso en los dedos, como un sueño, abriéndote para volar, previa y dispersa, separándote, los brazos estirados hacia atrás, sueltos, perpendiculares a los costillares este y oeste, paralelos al meridiano vertebral, recostada a su vez sobre las rodillas, concentrada, todo el peso, todo ahí, en las rodillas, la levedad del aire y el viento quieto, estático, tomando aire, las manos abiertas, los dedos separados como desligándose de las articulaciones, como alas replegadas, listas para abrirse a volar, aletas de tus manos para nadar en el tiempo.