Ofelia

El viento pasa y se lo lleva todo,
los pasos
de aquel camino
juntos de la mano
con las dunas
y la revolución del placer.
Solo puntos de vista
y bien hace valer
la vigilia,
tan solo
en un segundo
que caduca
y desaparece en el tiempo,
desalmados los sepultados de silencios risas y muerte.
La desazón de caer
y por equivocaciones
devastarse
y ser el mismo germen
comunicar de costado
y bajo una luz tenue
desafinando el destino
en una isla referente.
Imagino ráfagas de arena
y lluvias que pesan sobre la tierra,
utópicas imágenes
víctimas de la verdad
meramente humanas.
Los hilos cosen sus labios
y la pesadilla viva
como besos de la memoria
que gratis no quiere morir.
Las reglas sin ley
de las atrocidades mentales
superpoblan el silencio
de los marcos extremos
en las escolleras rumbo al mar.
Bajo tu pollera
vi lunares, rasgos y gestos
que reclaman la excitación
y vuelven los ecos a llamarte
mientras huís del sueño
arrodillada a sus pies.
Extraño tu voz
cómo la antena de alegría caníbal
y el fantasma de la desesperación
anacrónica, furtiva y personal.
El odio que personaliza al sujeto
y en conducta
tan solo miro en la introspección
y simplemente es el cambio
universalismo infame
en la genética del cielo
y buena mi entrevista
con la amargura.
Son los relojes
que atrasan la despedida
y me desvanezco en tu magia,
sumido en llantos
y demás
reclamo el milagro
al viento y al volver.